Sri Lanka

En esta ocasión no viajo sola. Un par de amigos me acompañan, por lo que dejo que sean ellos esta vez los que decidan el recorrido por la enigmática Lágrima de India. De vez en cuando es bueno dejarse llevar.

Itinerario: Colombo, Sigiriya, Kandy, Ella, Tangalle.
Fechas: 18 de noviembre - 29 de noviembre de 2016.
Libro recomendado:
Canción: "Safari" J Balvin ft. Pharrell Williams.

 

SRI LANKA

- Colombo, Sigiriya, Kandy, Ella, Tangalle -

   Normalmente edito mis entradas en el aeropuerto, antes de abandonar el país. En este caso me ha sido imposible -de ahí el retraso- publicar la entrada el mismo día puesto que no perdimos el avión por ocho minutos. Cinco españolitos corriendo por la terminal de Colombo, viendo la puerta de embarque como algo lejano e inalcanzable, perdiendo el aliento con la mochila al hombro. Casi podía oír la típica banda sonora de las persecuciones en las películas holliwoodienses más casposas. Aclarado esto, entremos en materia.

Sri Lanka no ha sido un país más en mi recorrido, sino que ha supuesto un punto y seguido en mi viaje. La idea inicial era ir a Egipto después de India, pero la situación política y social me hicieron postoponer la idea. Fue entonces cuando María me propuso un alto en el camino, un viaje juntas a la antigua y verde Ceylán. La idea me pareció formidable, y a nuestra particular aventura a lo Thelma y Louisse se fueron agregando más personajes, otrora desconocidos pero que hoy por hoy considero mis grandes amigos, incluso mis aliados. 

Es por eso que he decidido que en esta ocasión no voy a relatar lugares sino personas, puesto que cuando pienso en Sri Lanka no veo playas, junglas o elefantes sino los rostros de estos cuatro fantásticos que han conseguido marcar una diferencia importante en mi deambular por el mundo. 

Carlos fue el último en unirse, y el primero en ser el alma del grupo. Tengo que reconocer que dudé un poco al saber que se venía una persona más al viaje, hoy veo que estaba equivocada y que este chico fue el fichaje del año. Siempre tiene una broma que te hace reír a carcajada limpia, pero también tiene una sonrisa, una mirada amable, un gesto desinteresado, y un humor que hacen que tu día realmente valga la pena. Y te hace sentir así desde que te da los buenos días, cuando aún estamos con los ojos pegados. Es inteligente, responsable y avispado, es tolerante, se preocupa por todos y busca siempre hacerte sonreír. Le encanta la música de negros y le encanta que nos encante. Además tuve la suerte de compartir buceo (y confidencias) con él a lo largo del viaje. Mi segunda inmersión al fondo del mar fue a su lado; 14 metros durante una hora que reafirmaron mi pasión por el submarinismo. 

Ana es esa chica callada que se sienta detrás tuya en clase, la que tiene los apuntes con una letra perfecta, ordenados por colores, subrayados y limpios. Pero también es la que saca sobresaliente en gimnasia, la que baila como loca, la que ríe con las entrañas. O así la imagino yo. Quizás fuese la más seria del grupo, quizás es que los demás eran demasiado payasos... sea como fuere, es una de las personas más dulces que jamás conocí. Nunca se queja, nunca protesta, todo le parece bien y cada vez que la miras, tiene una sonrisa mágica para regalarte. Es una campeona en todos los sentidos, y sus piernas están bronceadas, tanto que a su lado parezco un helado de nata. Ella es la chica que balancea al grupo, la que nos aporta calma y serenidad. La amiga que todos queremos tener para siempre.

Diego es el hermano de María, y si le conociérais, le adoraríais desde el minuto uno. Es dinámico, elegante, inteligente, con un enorme sentido del humor, una personalidad que te zarandea y un atractivo que te desmarca. Es asquerosamente encantador e impresionantemente atento, educado, amable y vivaz. ¿He mencionado ya lo guapo que es? Sinceramente no sé cómo el mundo no se ha rendido aún a sus pies. Me encantaron esos largos paseos a su lado, esas confesiones bajo la lluvia en mitad de la selva, incluso el modo en que me hacía tragar agua en la piscina (bueno esto último quizás no tanto). Es un chico capaz de cambiar tu estado de ánimo con apenas dos palabras, es la clase de persona que quieres que se quede en tu vida, porque la mejora en cuanto te sonríe.

Y luego está María... no sé ni por dónde empezar con ella. Nos conocimos hace no pocos años, en circunstancias distintas, siendo personas diferentes. Nuestros caminos se han reencontrado puesto que nuestras vidas han evolucionado de forma similar. Somos más seguras, sabemos lo que queremos y luchamos por ello. Esta chica es uno de los seres más maravillosos que existen: es inteligente, culta, amable, seria y pizpireta a la vez. Tiene una personalidad arrolladora, es una aventurera nata, ama vivir con mayúsculas y hacer que cada día valga la pena ser vivido. Es una artista impresionante, puedes hablar con ella de absolutamente cualquier cosa, defiende sus principios y se rebela contra las injusticias. Es atenta, te cuida y te mima, y si consigues que sea tu amiga estás de suerte, porque nunca te arrepentirás de nada cuando estés a su lado. Es independiente pero cercana, de piel dorada, orejas puntiagudas y cuerpo de amazona. Pero sus ojos y su sonrisa son la mejor parte de ella puesto que reflejan su alma bella y fuerte. Y yo tengo la gran suerte de poder llamarme amiga suya, y espero que a esta aventura le sigan muchas más. Ha sido un auténtico placer poder escalar montañas, visitar templos, abrirnos paso entre la jungla, llorar y reír con ella. 

Pero ¡ey! No todo son cosas buenas... a Carlos le encanta el reggaeton, Ana es muy callada, Diego no sabe hablar en serio y a María le gusta perderse por ahí para hacer el cabra ¡Nadie es perfecto!

Al recordar aquellos momentos con ellos me descubro a mí misma con una lagrimilla escapándose de mis ojos pero una sonrisa pintada en la cara. Sin duda ellos han sido la medicina que necesitaba para coger fuerzas y ponerme de nuevo en marcha, disfrutar de la recta final de mi caminar con paso renovado, decidido.

Es por esto y mucho más por lo que Sri Lanka siempre ocupará un lugar privilegiado en mis recuerdos. No puedo terminar este post sin remarcar las stupas y los Budas durmientes excavados en piedra que riegan todo el país, o las plantaciones de té, el famosos té de Ceylán. Mucho menos la mágica Ella, donde hicimos una caminata empezando nuestros pasos sobre las vías del tren. 

Porque hay trenes que pasan una sola vez en la vida. Hay otros en cambio que vienen con retraso, y esos, son los que merece la pena esperar.

El safari con elefantes fue otro de los momentos mágicos, ver a unos animales tan grandes y majestuosos pasando a escasos metros de tí, sigilosos y elegantes, en su hábitat natural respirando paz y felicidad que te contagia y te droga para que veas lo fácil que son realmente las cosas. 

Aunque también te enseñan que no siempre son así. Nos metimos en la selva, nos rodearon las sanguijuelas, el calor, la humedad... hasta que empezó a llover. Jamás me había llovido tanto en toda mi vida. Al principio te preocupas, luego te aislas y te ves a tí misma caminando bajo la lluvia y el frío, con el agua calandote los tuétanos, y te sientes más viva que nunca. Y de pronto te das cuenta que eres feliz con poco, muy poco, y que tienes suerte de poder vivir aquel momento duro pero inolvidable.

Y terminar la aventura en la playa, buceando, dejando atrás tus miedos y tus frustraciones en la arena para fundirte con el fondo marino. El problema es qué hacer cuando vuelves a la superficie y te encuentras cara a cara con una puesta de sol sobre el océano Índico...